lunes, 2 de mayo de 2022

"Abascal no hace política, ha abierto un negocio"


Por Lorena G. Maldonado

Cuando era niño, Jorge Ilegal (Avilés, 1955) pedía a los seres mágicos ser calvo porque odiaba el ritual de la peluquería: hasta ese detalle capilar le concedió el destino. Mejor así, pienso ahora al contarle las venas latentes de la frente, así se airea más su cráneo privilegiado de hombre punki con exceso de lecturas de Quevedo y de Góngora. Un tipo anfibico con verborrea del siglo de Oro pero que de joven salía a la calle con un stick de hockey por si tenía que disuadir a los malos de sus planes. Atesora guitarras, poemas y una ingente colección de soldaditos de plomo. Esos son sus poderes, que diría el Cardenal Cisneros.

Sopla 66 y deja claro que no piensa envejecer: es un vampiro. Le divierte ser sorprendente después de 40 años de carrera con Ilegales, los mismos que hace poco celebró con un disco llamado La lucha por la vida, con colaboraciones estelares de Bunbury, Loquillo, Calamaro, Luz Casal, Coque Malla, Vetusta Morla, Dani Martín, La Polla Records y un largo etcétera de amigos y admiradores. Su regreso sólo suma extraordinarias noticias a la música, porque coincide con la vuelta -por fin- de nuestros añorados festivales, castrados desde hace dos años por la pandemia: este fin de semana, sin ir más lejos, se abre la temporada con el legendario Viña Rock en Villarobledo, que espera a más de 200.000 personas. Le seguirán el Primavera Sound y el Sónar.

A pesar del revuelo cultural, Jorge va a lo suyo, porque lo que más odia -dice- es el gregarismo. Es como el rabo de una culebra: se mueve con nervio propio, desafía con chulería a la muerte. También es una leyenda viva y ya nos vamos dando cuenta: escribe mejor que la mayoría de escritores que hoy publican y tiene más actitud que la mayoría de modernos. Está fuera del tiempo: no se equivocó de época, dice, porque todas son buenas, pero cuando se le acabe el ticket de ésta piensa pedir prórroga y a la siguiente.

Nunca tuvo carné pero siempre condujo. Nunca tuvo novia pero siempre amó. Nunca fue como los demás, Jorge, tan vital en su brindis de cerveza en esta tarde esponjosa que ya se oscurece. Amiguitos, caminad de día, que la noche es mía, advierte. Y tendrá razón.

Pregunta.- Jorge, tú que eres acero para los barcos, ¿cuándo fue la última vez que lloraste?

Respuesta.- Días después de la muerte de mi madre. Hará quince años. Creo que aproveché el momento en el que me había tomado unas cuantas copas.

P.- El alcohol nos ayuda a expectorar.

R.- Sí. Llevo sin llorar desde entonces, y he pasado por momentos muy dolorosos, como la muerte del bajista de Ilegales hace cinco años. No lloro con facilidad, pero eso no quiere decir que no me duelan las cosas.

P.- ¿No te conmociona la belleza?

R.- Disfruto de la belleza. Disfruto de la gula, incluso aplicada al consumo de todo tipo de estupefacientes. Tú le das al tabaco. Todos le damos a algo. Hoy he tomado más café de la cuenta. El alcohol es una droga muy dura. He bebido mucho whisky…

P.- Decían que tú eras de whiskazo y un poco de cocaína, pero que nunca te pasaste.

R.- No, no tengo personalidad adictiva. Ahora voy impoluto porque necesito toda la lucidez que pueda conseguir. La lucidez es algo que en abundancia puede generar los mismos efectos que la escasez.

P.- Tú traes canciones calentitas desde el subconsciente. Las compones soñando y tiras de su hilo hacia la tierra. ¿Qué sueño recurrente tienes?

R.- Sí, es mi sistema. Tengo sueños muy variados. Cada sueño es una aventura distinta. Visito ciudades diferentes que no existen. Hubo una época en la que soñaba que podía volar, que sólo tenía que ponerme horizontal a la línea de tierra y se generaba una fuerza que iba haciéndome subir (ríe). Variando el ángulo con la línea de tierra podía ir descendiendo. Era muy divertido, pero ahora ya no vuelo. Qué le vamos a hacer.

P.- Ahora ya no vuelo sería un gran nombre para una canción.

R.- (Ríe). Morfeo, cabronazo, devuélveme mis alitas. ¿Dónde has metido mis alas? Ya verás cuando te coja, Morfeo.

P.- 40 años siendo un icono. ¿Qué crees que dicen de ti cuando te levantas de la mesa, cuando no estás delante?

R.- Pues cosas de lo peor, probablemente (se parte). La gente que me conoce sí que tiene buena opinión de mí, aunque soy incómodo, ¿eh? Como amigo. Y como amante. Pero, ¡mira!, me suelen llamar con frecuencia, incluso con excesiva insistencia, a sabiendas de que soy un solitario vocacional ya por naturaleza y que necesito mucho espacio libre, ¿sabes? No se me da bien ese instinto gregario que tan feliz hace a todo el mundo. Esa gilipollez que se celebra en los campos de fútbol.

Ese instinto gregario que puedes celebrar un día en una fiesta tribal, como un concierto de rock, ¡está muy bien…! Pero durante dos horas. Luego hay que sustraerse y volverse individualista y poner la cabeza en orden. Puedes tener tu casa o la habitación en desorden: la cabeza no. El universo entero se está desordenando, es así, nació del desorden y aunque lo ordenemos regresa al desorden. Sólo internamente podemos conservar las armas en perfecto estado de revista.

P.- Te han llamado mucho "loco". ¿Qué significa eso, qué es la locura además de un consenso social que señala a quien saca los pies del tiesto?

R.- Me llamaban Jorge El Loco antes de Ilegales. A todos les parecía una locura que me tomase el rock tan en serio y que cantase canciones que tuviesen significado. Las canciones del resto de mis compañeros -los que tenían el atrevimiento de cantar cosas originales- no superaban la relación chico-chica. Eran canciones de amor o de desamor, como se llama ahora, de esas que describen el enfrentamiento que el amor supone entre las personas. Generalmente eran mentira todas, porque el amor no es para todo el mundo, el amor no es demótico ni es democrático. Muy pocos individuos son capaces de amar y muy pocos son susceptibles de ser amados. ¿Y las películas de amor? Otra mentira. ¿Y las novelas? Como para limpiarse… algo (chasquea).

La gente confunde el amor con sexo con mucha frecuencia: el sexo es barato, pero el amor es carísimo, se paga carísimamente. Ellos estaban volcados en ese tipo de mentiras y yo no: yo escribí una canción con 17 años que decía "yo siempre estoy dudando, la pura duda soy". Y enumeraba un montón de cosas sobre las que dudaba. Estaba en esa época juvenil en la que las convicciones aún no lo son en absoluto, están en estado de magma, como una especie de plasma, no han solidificado. Luego pasas por una edad en la que todo solidifica y tienes unas convicciones firmes. Ahora soy más joven que viejo fui antes, porque vuelvo a cuestionarlo todo. ¡Soy un adolescente, Lorena!

P.- Eres la persona más joven que he conocido jamás, de hecho.

R.- ¡Pues eso! Yo siempre busqué otra cosa, por eso me llamaron loco. Pensaba otras cosas mientras ellos estaban poseídos por sus hormonas de mierda. Yo también tengo un demonio entre las piernas, pero me puedo sustraer a su dictadura.

P.- Digamos que el falo nunca te ha dominado.

R.- Nunca.

P.- Eso no lo pueden decir tantos hombres.

R.- Ajá. Escribí algo sobre eso, burlándome. Hablaba del falo: "La auténtica cara, la verdadera cabeza, indiferente a lamentos de cornudo, el apóstol de la lujuria". De eso también hay una canción que se llama Divino imbécil, de La lucha por la vida, que va de ese tipo de actitud que yo no he padecido ningún día, aunque he hecho buen uso de esas cosas, creo. Excesivo uso, diría. He perdido demasiado tiempo con el sexo, seguramente llamado por la facilidad.

P.- Se te ha vendido como un hombre muy sexual.

R.- Sí, pero necesito más cosas para alimentarme.

P.- El sexo tiene que ver con la energía creadora.

R.- Cierto. Se conecta a la energía, pero las energías puedes llevarlas en muchas direcciones. Se ha sacralizado el sexo. En esa canción que te decía hablo de ello con cierto lenguaje modernista: "Hadas de labios escarlata rugirán de amor y te dirán que sí" (ríe). No es tan optimista la última frase del estribillo. "Brujas de bocas venenosas rugirán de amor… y te dirán que sí". Es propio de 1916, 1917.

P.- Dice Igor Paskual que tú tienes una sintaxis del siglo de Oro.

R.- (Ríe). He leído excesivamente a Lope de Vega, a Quevedo, a Calderón de la Barca.

P.- ¿Tú te has equivocado de época?

R.- No. Todas las épocas son buenas. Voy a pedir prórroga y a la siguiente. Quizá me hubiera gustado estar aquí antes, he llegado tarde. Pero bueno, ahora ya que estoy, pediré prórroga.

P.- ¿Planeas reencarnarte?

R.- (Se parte). ¿Dónde hay una empresa que haga esas cosas?

P.- Cuando me entere, te paso el teléfono.

R.- Por favor.

P.- ¿En qué te gustaría reencarnarte: otra vez en Jorge Ilegal, o ya te has cansado de ti mismo? ¿Prefieres un animal, quizá? Un felino o un pájaro. Eres ambos.

R.- Eso de volar, como he comprobado en los sueños, es altamente peligroso. Una vez estuve a punto de pegármela contra unos cables de alta tensión (se ríe). Fuá.

P.- Pavese decía "con amor o con odio, pero siempre con violencia". Me recuerda a ti.

R.- Y haces bien.

P.- ¿Cuál es la última torta que has metido? ¿También hace quince años de ella?

R.- No, no hace tanto (juega).

P.- Hace unas horas.

R.- Mira, le metí un bofetón a un tipo en el FEVE, en el ferrocarril de vía estrecha. Iba lleno un sábado, iban señoras mayores… y un tipo tenía los pies y la bolsa ocupando tres asientos. Le toqué varias veces: "Eh". Para que le dejase el sitio a las mujeres. Llevo ese instinto caballeresco conmigo, el propio grupo Ilegales lo lleva. Y el tipo se levantó y… bum. Directamente.

Fue didáctico, porque más gente que iba haciendo lo mismo que él, inmediatamente retiraron sus mochilas y sus cosas para que se sentase el resto. Aprendieron rápido. Cuando haces esas cosas tienes que procurar que suene fuerte. Y si la cosa ya se pone en serio, procurar que salte mucha sangre, por eso es aconsejable que vaya a la nariz. No pasa nada, pero es muy escandaloso. Es que joder, no tuve otro remedio, ¿qué voy a dejar, que me vapulee un mono de estos…?

P.- ¿Eres el Capitán Trueno?

R.- Lo leía mucho y eso ha condicionado mi vida. En el colegio había muchos niños que jugaban donde yo estaba, cerca, porque había abusones y ahí estaban a salvo. Pero cada día la fuerza empieza a faltarme, igual que empieza a faltarme la juventud. Ahora he conseguido tener autocontrol con un ejercicio.

P.- ¿Te lo recomendó algún psicólogo?

R.- No exactamente, me lo enseñó una amiga que se dedica a la relajación. Me ejercito yo mismo. De noche me pongo a recordar cosas que me ponen fuera de mí, que me cabrean muchísimo, me llevo hasta el punto de máxima ira… y la bajo. Vas haciendo esto varias veces y consigues un gran autocontrol al final. Me cuesta todavía. La testosterona me sigue fluyendo en grandes cantidades.

P.- En Destruye haces una autobiografía muy elocuente: "Cuando era un crío, vaya una mierda; lo conseguisteis, me jodisteis bien, la zancadilla nada más nacer". ¿De dónde te viene la rabia?

R.- En el baby boom, al que pertenezco, había mucha competencia entre los niños. Los niños somos muy crueles.

P.- Qué oportuno que hables en presente.

R.- (Ríe). Sí. Hay gente que ya nacen hijos de puta. La manera de hacerlos mejores era condicionarlos con un par de sopapos.

P.- Decías antes que no todo el mundo tiene capacidad de amar y de ser amado. ¿Cómo ama Jorge Ilegal?

R.- Bueno, hay culturas en las que el amor no se considera un hecho y los matrimonios se acuerdan a veces desde la cuna. Durante miles de años ha sido así. Yo sí lo conozco. El amor es un viejo enemigo (se parte). Creo que soy un peligrosísimo romántico porque sé amar, tengo esa condición, y cuando la otra persona lo detecta, lo quiere para siempre y todo el tiempo. Eso es peligroso para mí y para ella.

P.- ¿Cuántas veces te has enamorado de verdad?

R.- No te lo voy a decir. No es pudor, es que empezarían a levantarse manos por ahí… (ríe). Amar es un delito demasiado grave.

P.- ¿Cómo es que ninguna ha conseguido que pases por el altar?

R.- Hombre, a mí que venga un cura a decirme con quién puedo estar… (resopla). No me van los sacramentos. Tengo una canción que habla del demonio. Habla de lo que está hecho un demonio y cuánto dura. Bueno, un demonio está hecho, en una gran parte, de supersticiones. Y, en otra gran parte, de sacerdotes que te llevan al matrimonio. ¡Lo bendicen todo! ¡Son intermediarios entre dios, los demonios… y se llevan beneficio, poderes, bienes materiales! Probablemente, un cura es igual que un político. Hacen lo mismo.

La política bien entendida, me refiero, como la entienden los partidos donde se profesionaliza, como puede ser el PP. Ahora mismo, todo el mundo aprueba en Madrid lo que hace Ayuso: valerse de su profesión para hacer negocios. Estilo Esperanza Aguirre. Eso se considera lo normal que debe hacer un político. ¡Para eso está! Para favorecer sus propios intereses. Y luego ya si puede gestionar algo más, bien. Lo mismo pasa con los sacerdotes de todas las religiones. Todos estos políticos de nuevo cuño que lo hacen por amor al arte o para mejorar las condiciones del pueblo son unos ilusos. ¡Y fracasan! Fracasan frente a estos otros políticos que se posicionan para hacer sus negocietes, él y sus amigos, sus allegados…

P.- ¿Cómo el ciudadano puede empatizar con eso si en el fondo le están quitando pasta del dinero público?

R.- Porque el ladrón está dentro de todos nosotros: sólo es una cuestión de oportunidad. Por eso la gente apoya a Ayuso, porque ellos también lo harían, pero aún no han tenido ocasión.

P.- ¿Has querido tener hijos en algún momento o siempre tuviste claro que quieres ser un ‘fin de raza’, como los Panero?

R.- El tipo de vida que llevo no es apto para tener niños, y me lo han pedido en muchas ocasiones. Una amiga me dijo: "Tío, yo pongo la belleza y el dinero, tú sólo tienes que poner el resto". Le dije: "Bueno, contigo no: bruja". Imagínate: una bruja como ella, guapa y rica, fabricándome un pequeño hijo de puta.

P.- ¡Hubiera sido…! Jorge, el mundo quiere verlo. El mundo quiere conocer a ese pequeño vástago.

R.- Sé que mi hijo, nada más salir del útero, se subiría a una lámpara y exclamaría: "¡A ver cómo me bajáis de aquí!".

La cerveza de Jorge Ilegal durante su charla con Porfolio.

La cerveza de Jorge Ilegal durante su charla con Porfolio. Esteban Palazuelos.

P.- ¿Has tenido algún problema sexual, más allá de tu canción?

R.- No. He llegado muchas noches inoperante por el exceso de aventuras vividas, pero lo que es pasajero no es un problema. La canción viene de los setenta, de un día que estábamos en una orgía tremenda.

P.- ¿Una orgía real, o es metáfora de aquel tiempo?

R.- Real, real. Claro: España había estado muy reprimida, era una olla a presión de la que saltaron un montón de elementos culturales y sexuales. Todo voló en pedazos. Se organizaban orgías tremendas. Y yo estaba en una de estas orgías y estaba harto. Había un argentino hablando: "Che, porque el problema sexual, y el problema sexual…". Me tenía hasta los huevos con la teoría. "¿Qué problema sexual, si acabo de copular?". Me vestí y me largué de allí. Había una revista que se llamaba El Mueble y tenía un gran papel para hacer aviones de papel. Una chica se vino conmigo, huimos de la orgía y vivimos una noche mágica.

Hacía como calor y había un aire muy suave en la playa de Gijón. Ella hacía unos aviones de papel muchos mejores de los míos: se mantenían excesivo rato en el aire. ¡Era estupenda! Intenté imitar su estilo, sin éxito. Fue un momento agradable, pero el hechizo se terminó por la mañana, cuando llegamos a una churrería. Miramos al churrero y tenía toda la parte de aquí manchada de harina de rascarse el culo. La realidad se impuso. "Nos vemos otro día", nos dijimos ella y yo. Fue un bajón. No volví a verla.

P.- ¿Qué sabes hoy de las mujeres que no sabías con 18 años?

R.- Conozco mejor todo tipo de ángulos para cualquier formación física, incluso malformación (ríe). Sé exactamente cómo está hecho el cuerpo y en qué dirección tengo que ir. Fíjate qué poco conozco, qué mísero es el conocimiento que he conseguido en todos estos años. ¡No es nada!

P.- No sabes nada de su alma. Yo quisiera saber si tu alma es igual a la de cualquier mujer…, cantaba Triana.

R.- Eso es. Mi experiencia ha sido paupérrima, poco enriquecedora. El espíritu es insondable. Puedo saber de quién me puedo fiar y de quién no, pero no mucho más allá.

P.- "El corazón es un animal extraño", cantabas en una de tus mejores letras. "Siente extraños deseos, busca extrañas compañías… El corazón es un animal extraño, sufre extrañas costumbres y oye extrañas voces".

R.- Mi corazón es ese animal extraño, a mí me sorprende. Hay una canción que canta Loquillo conmigo en este disco y dice "tantas veces me he jugado el corazón que lo he perdido". Me lo he jugado de verdad. Algunos trocitos perdí, pero aún me queda suficiente corazón, ¿eh? La naturaleza me dotó de un corazón amplio y con vistas a múltiples paisajes.

P.- Un corazón como de jabalí.

R.- Eso es. No exento de cierta ferocidad cuando se le provoca. Y, de hecho, como dice la canción, "llevo una guerra civil entre mi cerebro y mi corazón". Lo racional entra en conflicto con lo visceral.

P.- Decías en Mi vida entre las hormigas que Ilegales era el grupo más peligroso para los poderes tanto de derecha como de izquierdas. ¿Eres anarquista o votas a alguien, todavía?

R.- Sí voto. No diré a quién, porque para qué. Pero joder, el otro día vi una manifestación de la CNT e inmediatamente sentí simpatía por ellos, de nuevo. Es una cuestión romántica. Hay opciones políticas como es el sindicalismo de la CNT, anarquista, que tiene un componente romántico serio. Ser de izquierdas es confundir lo posible con lo deseable: tiene su encanto. En cambio, la derecha no defrauda: se trata de conseguir el control y el botín. No va por usted, señora Botín. ¡Sí, corrijo, sí va por usted también, señora Botín! (ríe).

P.- Profetizaste la muerte de Europa.

R.- Europa no sólo está circunscrita al mapa europeo, hay una parte de Europa que se ha implantado en los EEUU, en muchos países de Sudamérica, incluso ha llegado a Asia y a Sudáfrica. Europa existe en varios sitios. Creo que se ha momificado. No es el mercado más importante, pero al haberse trasladado a otro sitios sí influye en otros mercados. Todo es cratología. El núcleo europeo que se pretende sí que está dañado irremediablemente: Inglaterra, muy a pesar de los ingleses más lúcidos, está fuera de Europa. Europa tiene problemas pero es deseable.

El problema más serio que tiene Europa es la falta de unión fiscal y sobre todo el cantonalismo, ese regreso al siglo XIX, los nacionalismos. Eso que explosionó los Balcanes hace unos años. Aún existe una gran tensión en la zona. Esa tensión está existiendo ahora a nivel de nacionalismos, yo que sé, en España tenemos varios. Los nacionalismos dentro del Estado español debilitan la estructura europea.

P.- ¿Qué les dirías tú a los independentistas catalanes, por ejemplo, para que quisiesen volver con Mamá España?

R.- (Ríe). Yo no puedo hacer nada con los independentistas catalanes. Nadie puede hacer nada. Bueno, algún día dirán "oye, joder, en lugar de vivir en el siglo XIX, vivamos en el siglo XXI". Integrarse en Europa es necesario para defenderse de otros mercados y de otras estructuras militares que pueden hacernos peligrar y mucho. Fíjate Rusia cómo está haciendo las cosas. Sátrapas de la peor especie.

P.- ¿Y España? ¿Cuál es tu bodegón sentimental español?

R.- Fíjate, yo recuerdo estar por las calles de México y encontrarme como en Avilés, probablemente porque los arquitectos se copian los unos a otros. Tenían hasta los mismos lamparones de suciedad, el mismo humo. Unidos por la suciedad y por muchas otras cosas. Me ha pasado eso en muchos países. España me gusta. Es diversa. ¡Su Cantábrico…! Lo nado a veces. Es un mar asesino que se enfada con facilidad. El Mediterráneo también se enfada de cojones, pero avisa un poco más, es más previsible.

P.- ¿Se puede morir siendo punk?

R.- El punk es una constante. Esa actitud ya existía en los escritores grecorromanos: Marcial, Juvenal, Catulo. Escribían de manera determinantemente punk. Quevedo, nuestro Quevedo, que hacía perífrasis de estos autores, también lo ejecutaba. Es una actitud antigua. No sería yo el primero en aguantar hasta una edad avanzada haciendo esas cosas. Qué más da, la vida mata. No quiero destriparles la película, señores y señoras. Esto acaba mal. Me ha salpicado un poco de nihilismo. La exposición a los festejos nocturnos provoca ese tipo de pensamientos.

P.- Vamos a un pequeño test, ¿no?

R.- Espero estar bien de reflejos, joder. Dale.

P.- C. Tangana.

R.- Está aprendiendo, pero debería centrarse -en lugar de buscar buenas compañías- en que le den unas clases de guitarra.

P.- Belén Esteban.

R.- Prescindible.

P.- Abascal.

R.- Se ha montado un negocio muy bien montado. Hay gente que cree en esas cosas, hartos de la política de otros señores. Abascal se ha montado un chiringo como el que tenía. Una tienda que le está funcionando francamente bien. Abascal no hace política, ha abierto un negocio.

P.- Pérez-Reverte.

R.- A veces es genial como escritor. Racionaliza bien. Otras veces no es tan afortunado. Brillante, intermitente: les pasa a todos los astros. Yo paso mucho tiempo apagado.

P.- Yolanda Díaz.

R.- Pragmática. Ya veremos.

P.- Rosalía.

R.- (Resopla). Joder. He padecido tonadilleras como ella desde mi infancia. Que se vistan de lo que sea da igual, pueden vestirse de puma. O de león. Es una acrobacia que artísticamente carece de valor, y quien no lo vea así es alguien que mira las cosas por el envoltorio.

P.- Pedro Sánchez.

R.- Es un político a la romana. Perfecto para defenderse de las puñaladas y para propiciarlas justo a tiempo con gran solvencia. Tiene el formato de los antiguos senadores, pero infinitamente menos brillante. Mediocre, como imponen los tiempos: la mediocridad hoy es lo que realmente se alaba y se sacraliza.

P.- Tu mayor mito caído.

R.- Jesucristo. Creí en él en algún momento, pero en la época de Jesucristo Superstar fui atando cabos. Camilo Sesto quita las ganas de cualquier cosa, de merendar o de creer en Jesucristo.

P.- ¿A quién harías ministro de Cultura?

R.- Podría ir al zoo, elegir a cualquiera de la jaula de los monos y con total seguridad lo haría igual, los resultados serían los mismos. Se ha comprobado que una reunión de sabios para tomar decisiones… en fin, son sucesos estocásticos. Pasa un poco como con los jueces. ¿Para qué queremos los jueces, que toman sobre la misma cuestión decisiones opuestas? Tiremos una moneda. Cara o cruz… y agarrémonos un montón de sueldos.